sábado, 3 de febrero de 2018

Seminario de Lectura 2017 IOM2 Delegación San Fernando: “La presencia implacable del deseo”.

Este año hemos decidido señalar en el título de nuestro Seminario Anual el estilo en el que la presencia del deseo se anuncia en la clínica, pero también en la política del psicoanálisis. Para ello hemos tomado como referencia principal el apartado “La dialéctica del deseo” del Seminario “El deseo y su interpretación”. Apoyados en él, pero también proponiendo una lectura intertextual establecida por la discusión e interés de los miembros de la Delegación, pudimos concretar un año de trabajo cuyas consecuencias serán leídas a partir de ahora. Diversos autores han sido incluídos en el desarrollo de las clases: los ya ¿bien? conocidos S. Freud y J. Lacan, como Oscar Masotta, J.A. Miller, E. Laurent y Germán García.
A continuación, las reseñas de las clases brindadas por los invitados externos al Seminario:
Mónica Wons: ¿Es mentiroso el ghost?
Por Augusto Pfeifer
Es en su “Presentación del Seminario 6” donde J. A. Miller propone una idea del lector: “Se trata entonces de saber cada vez, para quién lo lee, si aquello que se lee es una perla, un término que vale la pena subrayar y propagar, desarrollar, o si, al contrario, es accesorio, un deslizamiento que enseguida es corregido”.
Y, si el “hilo del Seminario que nadie puede desconocer” es el fantasma, Mónica Wons decide trabajarlo en el anudamiento que Lacan hace de él con el ghost; esa presentificación del padre tan bizarra y necesaria en la obra de Shakespeare; esa figura, también, ajena al mundo de los vivos que denuncia que será condenado eternamente por haber sido asesinado en la “flor de sus pecados”, a la vez que exige una venganza en su nombre; elementos suficientes como para construir una encrucijada para Hamlet.
Interesante tensión, que derivará en los interrogantes respecto al estatuto del Otro, del modo de estructuración del deseo, y las vías por las que éste queda impedido.
Recordemos lo que ubica Lacan en la Clase 22 -tomada como referencia por la invitada-: “Todo lo que se afirma como buena fe, fidelidad y anhelo se plantea entonces para Hamlet, no sólo como revocable, sino como literalmente revocado”. Así, lo que está garantizada es la no verdad y será ella la causa del estupor “en que entra la mente de Hamlet luego de las revelaciones paternas”. Es Hamlet, puntualiza Wons, quien es envenenado -por la palabra del padre-. El protagonista es, a fin de cuentas, el condenado a percibir que la verdad se le sustrae para siempre.
Wons apunta lo que para ella se presenta como un horizonte de trabajo. El Seminario 6 permitiría realizar una deconstrucción de la función del padre tal como Lacan lo trabajó en el Seminario 5; posibilitando pensar luego -señala ella- un más allá del padre, un más allá del complejo de Edipo: por un lado contraponiendo el sujeto de la metáfora paterna -donde es el Nombre del Padre quien ordena el conjunto de los significantes- con el sujeto que no logra representarse por un significante. Por otro lado, en el camino que Lacan traza en relación al objeto: partiendo desde el objeto del deseo, al objeto pre-genital, objeto voz, para alcanzar una pregunta por la exhibición y la mirada.
La docente plantea una serie de preguntas: ¿el fantasma miente? ¿Ofrece una última palabra sobre el goce del sujeto? ¿Podríamos pensar al fantasma como elemento que permite cierta estabilidad al deseo -frente a la metonimia que no le permite representarse-?
Y en contraposición, señala cómo Lacan definía un año antes a la función paterna: el Nombre del Padre es el significante en el Otro que responde por el ser del sujeto.
La clase, organizada el día 20 de octubre en la sede de nuestra Delegación, finaliza situando a Hamlet como la vía que encontró Lacan para cuestionar la solución fálica en tanto ley normativizante.

Mónica Wons es miembro de la EOL y la AMP
Roberto Bortnik: Dialéctica del deseo y complejo de castración
Por Virginia Gilardi
Con el título “La dialéctica del deseo y el complejo de castración” y tomando como bibliografía de referencia el capítulo 20 del Seminario 6 de J. Lacan, “El fantasma fundamental” y el texto de Oscar Masotta, “Edipo, castración y perversión” Roberto Bortnik, para comenzar, se centró en el título de la clase y los dos sintagmas que lo componen: “Dialéctica del deseo…” señala cómo de un modo estratégico el psicoanalista ubica el concepto de deseo, que si bien es un concepto freudiano, vía la dialéctica remite al logos, al discurso y a la demanda simbólica. Por otro lado, el sintagma “Complejo de castración…” queda ligado a Freud a través de la “Organización genital infantil” y la “sexualidad femenina”.
Estos dos sintagmas sitúan a J. Lacan en un contexto de lectura de los textos freudianos y en su retorno a Freud.
Vía el complejo de castración el concepto de inconsciente queda como valor desde Freud asociado a la sexualidad humana. Para captar lo propio del deseo humano será determinante referirse a ella. Después de Freud los analistas rebajaron el alcance del deseo en la teoría y la práctica del psicoanálisis al plano de las relaciones de objeto en línea con la necesidad, la demanda y el concepto de frustración denegando el interés en la fase fálica y la sexualidad femenina como constitutivas del sujeto y su deseo. La equivalencia niño- falo articula el deseo del niño con el deseo de la madre y da origen, en tanto el niño se distancie de esta captura, a un nuevo deseo por fuera del de la madre. Presencia del deseo en un sujeto via la interdicción paterna en tanto un padre es una madre que no se agota en un deseo de hijo.
En el capítulo 20 del Seminario 6 el interés está en ubicar la especificidad del deseo para el psicoanálisis. La cosa freudiana es el deseo. Una práctica que toma como principio un deseo que no se adapta a la realidad de los acontecimientos. Deja la realidad del deseo para el psicoanálisis como una pregunta siempre abierta que no permite arribar a algo que sea acabado, cerrado, satisfactorio. La pregunta sobre el objeto que le serviría de soporte a este deseo será la del fantasma fundamental que en su estructura sincrónica será también sostén de un sujeto que en tanto deseante se desvanece.

Roberto Bortnik es miembro de la EOL y la AMP, Comisión Ejecutiva CID Bahía Blanca del IOM

Luis Salamone: El fantasma en el deseo y en las neurosis
Por María Verónica Rios
El 1 de septiembre Luis Salamone estuvo a cargo de la segunda clase de docentes invitados del IOM2. Con un título atinado e interesante seguimos la clase.
El encuentro de Lacan con la ética y el deseo. Cuenta Judith Miller que Lacan tenía un gusto particular en sus lecturas tempranas. A los 14 años leía el texto “Ética demostrada según el orden geométrico” de Baruch Spinosa, mamotreto difícil de soportar que demuestra geométricamente qué es la ética; en un apartado dice: la esencia del sujeto es el deseo. Lacan recorta allí esa perspectiva antes de encontrarse con S. Freud. De entrada está la cuestión del deseo. Lacan plantea que el grito que el infante dirige a la madre se inscribe en el sistema simbólico. Para precisar esto arma una diferencia entre necesidad, demanda y deseo; el hecho de hablar nos separa de la necesidad, en la vía de la demanda. Es así cómo el deseo se instaura en el campo del Otro y el sujeto queda a merced del él.
La solución a este encuentro con el deseo se presenta en las neurosis de dos formas, según la repuesta fantasmática: el modo obsesivo y el modo histérico; dos posiciones deseantes que Freud ubica en el “Proyecto de una psicología para neurólogos”, según se trate del encuentro con el Das Ding. Si es displacentera se trata de histeria y si es demasiado placentera se trata de obsesión. Hay maneras de enredarse con ese deseo. Un nombre de ese enredo puede llamarse, en esta época, depresión. Así la clase nos fue introduciendo en los tropiezos del sujeto con el deseo del Otro y la respuesta neurótica.
El deseo evanescente en la neurosis obsesiva encuentra su aporía en el mito de Tántalo, que, a falta de comida, sirve a Penélope cortada en pedacitos al banquete de los dioses. Crueldad que le vale el castigo de los dioses, que lo eterniza a la imposibilidad de acercarse a una satisfacción que no esté acompañada de un tormento.
En “Síntoma y fantasma” Miller localiza al fantasma como una máquina, como un medio para transformar el goce en placer. Salamone plantea los usos del fantasma, y el impasse del deseo en la neurosis. Es el fantasma como respuesta al deseo del Otro el precio que paga el neurótico para obtener una satisfacción problemática. Para localizar los goces se remite a las fórmulas de la sexuación en el Seminario 20 y plantea un debate para la clase, cuya afirmación es que: el fantasma es masculino. Dicho sintagma nos puso a trabajar en las vicisitudes de la posición femenina, la histeria y el amor. Compara al fantasma con un atrapadeseos. Asimismo problematiza el goce femenino y separando el goce superyoico del lado del estrago femenino del goce vivificante permeable al deseo; en esa dirección se orienta un análisis. Y señala que la mirada de horror sobre el goce femenino obtiene dicha significación en tanto es un fantasma neurótico.


Luis Salamone es miembro de la EOL y la AMP. Autor de varios libros: " Alcohol, tabaco y otros vicios", "El amor es vacío", "El silencio de las drogas", "¿Todos adictos?", entre otros.


Extracto de “Psicoanálisis dicho de otra manera” de Germán García.

A modo de un hallazgo nos encontramos hace unos meses con este libro que creíamos ya agotado. Editado en el año 1983 en España por la editorial Pre-Textos, y ahora exhibido en el Centro Descartes, fue leído con el entusiasmo de los que creen que aún perduran las palabras actuales de un maestro. Compartimos con ustedes un extracto del texto “Colofon”, último artículo de la obra:

“El aprendiz de brujo, al final, descubre que el maestro tampoco controlaba sus efectos. Que solamente el acto puede cortar el circuito de la suposición: yo sé que usted sabe/ que yo sé que usted sabe.
Ese acto, cuando se trata del psicoanálisis, no tiene otra garantía que el deseo -no digo la satisfacción- de la diferencia más pura.
La escucha, cuando no se abre al deseo, es paranoica: de ahí las “causalidades” que se inventan y las “casualidades” que se ignoran.
¿Qué diferencia existe -se preguntaba Sigmund Freud- entre un analista y un supersticioso? Y, por supuesto, tenía una respuesta: para el supersticioso existe la determinación en la realidad, para el analista la contingencia del discurso engendra retroactivamente los efectos de una determinación múltiple.
Y discurso no significa el habla, sino ese acto del inconsciente al que responde el que habla. El que se confiesa sabe por qué lo dice, sabe a quién lo dice, sabe lo que dice. El que asocia no sabe por qué, no sabe para quién, no sabe qué. El inconsciente -dice el maestro- es un saber sin sujeto. Y dice que lo escuchó. El maestro era el aprendiz de brujo, por eso se cuidaba de los embrujos y las sugestiones de sus discípulos.
Hoy se cree que la figura del maestro es obsoleta, que a una cultura de autómatas le corresponde una enseñanza automática. Los fracasos escolares se resuelven en la paranoia: siempre existe un agente exterior que es la causa (la familia, la televisión, el medio social). La pérdida de la autoridad se resuelve en seducción y el fracaso de la seducción conduce a la paranoia. ¿No convendría una nueva lectura de El maestro de San Agustín, no sería interesante saber qué era una “escuela” en aquellas épocas de la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles?”.

Oscar Masotta, otra perspectiva.

Por Félix Chiaramonte


“Sigmund Freud se propuso ampliar la razón ilustrada para entender la lógica de las pasiones románticas y en esto fundaba la asimetría entre analista y analizante. El primero se sustrae a las pasiones del segundo, mediante algo que se llama deseo de analista, deseo de analizar y no de cualquier cosa.”
Germán García, en su libro El psicoanálisis y los debates culturales, comenta la historia de la disciplina creada por Sigmund Freud, y si bien es cierto que la versión oficial se había iniciado con la institucionalización en 1942 en el comienzo de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), nos encontramos con un antecedente: en 1910 el chileno Germán Greve había presentado en un congreso del Centenario de la Independencia un escrito sobre esta doctrina analítica. Es decir que tenemos la primera mención del psicoanálisis en la cultura, aún cuando su práctica se realizaría en estas tierras tiempo después.
Hay que tener en cuenta que para nuestra actualidad, en parte alejada de la APA y su programa médico no apto para psicólogos hasta la década de los ‘80,  también se ignora de un modo políticamente correcto a Oscar Masotta, a quien Jacques Alain Miller señala como “el asombroso argentino” que, sin que interviniera Jacques Lacan directamente, hizo llegar y multiplicar su orientación en la lengua castellana. (Ver reedición próxima de : Oscar Masotta y el psicoanálisis del castellano, de G. García)
Lógicamente, muchos/as que se publicitan como practicantes lacanianos no necesariamente conocen esta referencia. Sugestionados por una ensalada de materias que contribuyen a la desorientación universitaria del recién recibido, suponen que el psicoanálisis nació en un hospital y que la psicologización y la medicalización es lo más natural en la era de la deshistorización. Por supuesto que existen los informados y los curiosos que se interesan por lo que se oculta en los grupos de estudio y en las cátedras del olvido, en los posgrados y las especializaciones que,  como en el resto del mundo, intentan conseguir un lugar con más “créditos” en la lucha del mercado.
Pero entonces: ¿por qué es importante el referente Oscar Masotta?
Porque se trata de alguien que reveló un saber-hacer en una trayectoria sin igual, mostrando los impasses de su vida, asumiendo la decisión por encarnar un nuevo discurso, entrando y saliendo de la Universidad sin dejarse encorsetar por los programas domesticados de las carreras de grado, continuando la intertextualidad en las lecturas analíticas, institucionalizando junto a otros, pero con su estilo inconfundible,  la propuesta de Jacques Lacan en Argentina.
Es por eso que el lugar del analista se ubica en la pertenencia y adscripción a una institución analítica,  en donde se dé lugar al deseo, el cual no depende de matrículas obligatorias ni de currículum infatuados, pero sí de la transferencia al psicoanálisis mismo. Es decir,  asumir que es una posición diferente de la búsqueda de seguridades sociales, certificaciones oficiales o posgrados de-formación.
La perspectiva de un psicoanálisis por-venir retoma la dialéctica de su historia para encontrar la experiencia de lo real,  no solamente para analizantes, sino también para los analistas, a cada uno en su diferencia.

Diciembre 2017.

lunes, 3 de abril de 2017

Seminario de lectura 2016 IOM2 Delegación San Fernando: "El psicoanálisis entre ciencia y religión".

La propuesta de trabajo de este año 2016 se anudó respecto a las relaciones y tensiones que la práctica analítica sostuvo y sostiene con los campos delimitados por la ciencia y la religión. Los mojones que nos guiaron en este recorrido fueron dos textos: “La ciencia y la verdad” de J. Lacan (1966) y “Acerca de una cosmovisión” de S. Freud (35º Conferencia, 1932). Diversos autores fueron los elegidos para sostener la intertextualidad: G. García, P. Legendre, O. Masotta, A. Koyré, R. Descartes, I. Kant, L. Strauss, J-C. Milner, y otros. A continuación, las reseñas de las clases brindadas por los invitados al Seminario:


Marita Salgado: El sujeto: Entre Ciencia y Psicoanálisis

Por Verónica Rios

El viernes 1 de julio tuvo lugar la clase a cargo de Marita Salgado, Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, Directora de la revista Dispar-Psicoanálisis y Filosofía.
En una lectura intertextual realizada por los integrantes de la delegación, recibimos con interés la clase a cargo de Marita Salgado, quien propuso puntualizaciones que permiten señalar las diferencias acerca del sujeto de la ciencia y su correlato, es decir el sujeto del psicoanálisis.
Al inicio señala que es un escrito del año 65/66, a su vez la primera clase del seminario 12, cuyo título es “El objeto del Psicoanálisis”, y Lacan lo ubica al final de la recopilación de los escritos. Refiere que ésta ubicación es un punto de capitón respecto de sus escritos. En las primeras líneas del texto propone el estatuto del sujeto y el estado escisión, de Spaltung, de división detectado en la práctica analítica.
Es tomando como referencia a A. Koyré que Lacan va a localizar en el siglo XVII el nacimiento de la ciencia. Lacan sostiene allí la condición del descubrimiento freudiano, en tanto no hubiera sido posible ni el psicoanálisis como práctica, ni el inconsciente como descubrimiento sin la fundación del sujeto cartesiano. Lacan se ocupa de la ciencia dado que su inmixión en la cultura se produjo en un tiempo que no tiene precedentes en la historia. Lacan hace del cogito cartesiano el enunciado de la condición subjetiva de la ciencia, es a partir de ese sujeto de la ciencia que va a ubicar al sujeto del psicoanálisis; como lo que decanta, lo que resta del cogito cartesiano. En la ciencia hay un saber sin sujeto, lo que importa es el saber y el pathos queda afuera, un sujeto sin alma, reducido a la enunciación. El nudo del planteo lacaniano reside en que el sujeto del cogito es un sujeto amarrado al lenguaje, donde se puede afirmar que la sustancia pensante está hecha de lenguaje, el sujeto de la ciencia es necesario para el psicoanálisis porque revela su ser de lenguaje. El sujeto de la ciencia es un sujeto no responsable por su causalidad, el sujeto del psicoanálisis es un sujeto responsable, que toma posición acerca de la causa que lo produce. En el curso de J. A. Miller, Causa y Consentimiento dice que el sujeto de la ciencia no responde por sus síntomas, esa responsabilidad marca la diferencia.

Fátima Alemán: Entre religión y psicoanálisis

Por Verónica Ortiz

El pasado 5 de agosto Fátima Alemán [i] nos visitó desde La Plata para sumar su aporte al trabajo del seminario, contribución que tituló “Entre religión y psicoanálisis” y que se planteó analizar el entrecruzamiento de ambos campos, en sus puntos de intersección y disyunción.
Comenzó proponiendo revisar la primera clase del Seminario 11- “La excomunión”- para leerla junto a “La ciencia y la verdad”, escrito principal de nuestro recorrido 2016. En el particularísimo contexto político y epistémico del psicoanálisis de1963, Lacan llama a la IPA “la iglesia” y revisa qué funda al psicoanálisis como praxis. A diferencia de Freud, que deseaba inscribir su doctrina en el campo científico de su época, Lacan se pregunta acerca del fundamento científico del psicoanálisis. Lo desmarca del campo de las ciencias humanas y sostiene que es una ciencia conjetural. ¿Cuál sería su objeto? Para Freud, el inconsciente. Para Lacan, el objeto a, que no es un objeto de conocimiento, sino un objeto recortado en el cuerpo, ligado a la pulsión.
Alemán desarrolló algunos aportes de dos autores que constituyen referencias importantes para Lacan en este escrito: A. Koyré, que le permite pensar el nacimiento de la ciencia moderna y el sujeto de la ciencia, y el cardenal Nicolás de Cusa, quien propone la verdad ya no en términos de exactitud sino de conjetura. Luego, puntualizó un texto de Antonio Texeira, analista brasileño: “Los efectos discursivos de la cristianización de Dios”, recorriendo conceptos tales como la secularización de la conciencia y los cambios en la concepción de la verdad.
Será el turno del pasaje de la tragedia antigua (Edipo) a la moderna (Hamlet). El héroe antiguo cargaba con la figura inexorable del destino, que funcionaba como causa. El moderno, sufre una deuda que, sin embargo, puede rechazar, puede tornar contingente. La causa como verdad ya no está jugando de la misma manera, puede ser una conjetura.
Freud piensa la religión en términos de neurosis universal, con sus rituales y ceremoniales, al modo de la neurosis obsesiva. La religión está montada sobre una creencia, que es una ilusión, motorizada por el deseo. Por otra parte, está la religión privada de cada uno, el fantasma. Allí donde Freud pensaba que la ciencia provocaría el desengaño de la ilusión, y con ello, el ocaso de la religión, Lacan habla de su triunfo. Al sin sentido actual, la religión responde segregando sentido y eso constituye un mecanismo de gran alcance.
En este contexto, podemos esperar que el psicoanálisis continúe siendo un síntoma que siga apelando al sinsentido particular de cada uno, frente al sentido universal de lo religioso o al código predeterminado de las terapéuticas.
Siguió a la exposición una extensa y animada conversación con los presentes acerca –entre otros temas-de las terapias cognitivo-conductuales, el Coaching, el papa Francisco, el sincretismo religioso y la unificación de los goces.

[i] Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana y de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata. Prof. Adj. Facultad de Psicología (UNLP). Miembro de PRAGMA.

Beatriz Gez: René Descartes: la orientación de Lacan

Por Augusto Pfeifer

El 16 de Septiembre nos visitó Beatriz Gez, miembro del Centro y la Asociación Amigos de la Fundación Descartes.
Gez aprovechó la ocasión para trabajar la particularidad de las condiciones con las que se encuentra el psicoanálisis. Como bien señala Lacan en el texto “La ciencia y la verdad”, nuestra práctica debate con una diversidad de disciplinas y saberes que inundan el mercado de la salud mental y la cultura. En esta discusión, sin embargo, no se tratará de triunfar -ni de fracasar-, sino de sobrevivir.
Resaltó el modo en el que -siguiendo la propuesta de Germán García- el psicoanálisis entiende su enseñanza. Más allá de los saberes o conocimientos transmitidos, la clave se encuentra en el intervalo que se impone: entre aquel que enseña y aquel que aprende, existe un hiato abierto por un deseo. El primero no podrá saber de antemano qué va a producir en el que aprende. Del segundo dependerán entonces los alcances de esa transmisión. Esta forma de circulación difiere, desde el llano, de la propuesta de la Asociación Psicoanalítica Internacional sobre la formación de los analistas. En ella están (al modo obsesivo, señaló Lacan su momento) delineados dos lugares -didacta y candidato-, sin ese hiato que concede abrir las vías de un deseo singular.
La clase recorrió además uno de los objetivos implícitos de la Ilustración y el Humanismo (siendo Kant uno de sus referentes): alcanzar esa anhelada mayoría de edad. Gez contrapuso a estos movimientos la evidencia leída por Freud: cada civilización conlleva su barbarie. La técnica -esa estrategia universal que le permite al hombre ir más allá de él- supone nefastas consecuencias.
Señaló, retomando a Lacan, que la palabra es oscurantista. Es esta propiedad la que abre el siguiente interrogante: ¿qué transporta el significante que genera efectos? Pregunta soslayada por las teorías cognitivo-comportamentalistas que sentencian que todo lo que no es cognoscible vía la razón, se torna sospechoso. Contra la orientación freudiana - “el malestar está fuera de sentido”- se propone un “todos iguales frente a la cognición”.
Considerando este contexto de sospecha la clase propuso recuperar la vía de Descartes: “avanzar enmascarado”, tal como lo señaló Lacan en el Seminario X.
La existencia del psicoanálisis no dependerá de su “originalidad”, sino del hecho de estar advertidos -como practicantes- del recorrido por los significantes que constituyen su metonimia. “¿Qué clase de metáforas vamos a hacer de esa metonimia que es el psicoanálisis?” La respuesta no será sin política, y ella -aunque muchas veces se imponga el olvido- se sostendrá gracias a figuras y nombres que sostenemos como referencias.

Emilio Vaschetto: ¡Prueba otra vez!

Por Pamela Morelli

El viernes 18 de noviembre nos visitó el Dr. Emilio Vaschetto [i] en el cierre de nuestro Seminario. El encuentro fue a modo de plantear algunas conclusiones respecto de las lecturas que hemos abordado a lo largo del 2016. El invitado, ingeniosamente, tituló la clase “¡Prueba otra vez!” en alusión a un fragmento de S. Beckett: “Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.” En los tiempos actuales, cuando todos los medios masivos de comunicación parecen señalar a la Felicidad como el imperativo categórico posmoderno y el éxito tiene mejor prensa, plantear “fracasar de la mejor manera” es, quizás, una opción más afín al psicoanálisis.
Tomando como eje el escrito de J. Lacan La ciencia y la verdad, se trazaron algunas coordenadas para recorrerlo, y teniendo en cuenta lo barroco del estilo lacaniano, se propusieron tres pares posibles: Paranoia-Ciencia, Neurosis Obsesiva-Religión, Spaltung-Praxis.
A lo largo del encuentro, entre muchas cuestiones planteadas, quedaron establecidos algunos mojones: la necesidad de separar la Paranoia como una psicopatología, de la paranoia post clínica, que el sujeto sobre el que operamos desde el psicoanálisis no puede ser otro que el sujeto de la ciencia ya que hay leyes que se ordenan más allá del mismo y de las cuales no se puede huir, teniendo presente que somos siempre responsables de nuestra posición de sujetos. La consecuencia de dicho planteo sería la imposibilidad de escudarnos en determinismos que oscurezcan nuestra propia responsabilidad subjetiva. Vaschetto también destacó que vivimos en momentos en donde el discurso de la época estaría del lado del “rechazo del inconsciente” (no solamente como consecuencia de una psicosis) sino que plantea la paranoia "lograda” como característica de ser un "desabonado" del inconsciente.
La elucidación de dichos planteos (oscuros, áridos por momentos) se realizó en el marco de la clase que fue el último encuentro de un recorrido anual por distintos autores, invitados y debates.


[i] Miembro de la Fundación Descartes, de la Escuela de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. 

Nota sobre "Diversiones psicoanalíticas" de Germán García*

Por Pablo Rosas

Como nos indica la presentación de este libro [i] compuesto por clases dictadas en Tucumán entre Marzo y Diciembre de 1988, muchos son los temas que podríamos elegir para transcribirlos por su importancia. No obstante elegimos uno en particular por tener, creemos, una impronta propia de quien se ha formado bajo la enseñanza de Oscar Masotta.
Estamos en tiempos donde los últimos trabajos sobre psicoanálisis y los debates sobre los mismos son de fácil acceso. Términos, artículos, etc, vía los medios digitales, se nos brindan con mayor facilidad que en los años donde se dictaban estas clases. Sin embargo el no precisar cuestiones básicas como la teoría del lenguaje que manejaba Freud en sus comienzos, aparejan falencias en la formación de quienes aún con los últimos materiales se quieran formar en esta disciplina.
Por esto elegimos y trascribimos de la página 11 del libro lo siguiente:
“Para entender estos mecanismos de Freud hay que entender su teoría del lenguaje, que está expuesta en el libro La afasia anterior al Proyecto y a la interpretación de los sueños, Freud piensa que el lenguaje tiene tres polos: un polo motor, uno escópico y otro auditivo. Decía que a una palabra el sujeto puede escucharla, puede bailarla y puede verla. Pongamos tres ejemplos, el sujeto baila la representación, se ve en el ejemplo de Freud sobre la histeria y la bisexualidad; una mujer que tiene la representación del coito y la defensa de esta. Esto se traduce en la formación de un arco, una mano se defiende y otra tira de la ropa; quiere decir que esta mujer hace esa representación. El ataque histérico va a dar el modelo de una serie de actos.
Freud también refiere el caso de una histérica que tiene una alucinación donde él y Breuer penden de un árbol. Ambos le habían negado un medicamento que ella reclamaba, entonces les dijo: “¡No valen uno más que el otro! Uno es el pendant del otro”. Evidentemente sabía francés, había alucinado la frase con una imagen donde uno pendía del otro. Quiere decir que la representación se puede hacer, ataque histérico, y se puede ver, alucinación visual. Luego tenemos a Schreber que escuchaba unas voces que le decían cosas, hay también alucinación auditiva.
Hay que entender que en Freud el lenguaje no es sólo lo que se habla, sino también esta dimensión donde el lenguaje se hace, se alucina auditivamente, visualmente e incluso táctilmente.”


[i] Otium Ediciones, 2014

* Artículo publicado en el Número 11, Año 11 de Revista RESPUESTAS. Diciembre 2016.

El psicoanálisis aplaudido o la ironía de un destino.*

Por Félix Chiaramonte

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“Como decía Macedonio Fernández, no se sabía si aplaudían porque les gustaba lo dicho o porque su discurso había terminado de una buena vez”
Germán García

Como si fuera fácil, todos creemos saber de qué se trata el psicoanálisis. Tanta divulgación no ha sido vana pero ha envanecido a muchos que con decir algunas pocas palabras, clichés del momento, nombres propios notables, supuestos saberes sobreentendidos, naufragan en el aplauso fácil, la detonación de las palmas, el placer de los sordos.
La psicología de las masas tan a mano, dirige a los más novatos que de tan novatos están viejos, adultos tratados amablemente como infantes.
Prolijos jefes de la nada, hay quienes dirigen los vientos de confusiones y avalan la lectura en internet de una carta que jamás fue escrita por Freud para Lacan para coronar un ejemplo “clínico” que se verifica en el humo de una hipótesis por venir.
La formación de los analistas futuros camina en el horizonte de una educación aún no con-trastada. Freud no estaba de acuerdo con dejar el psicoanálisis a sacerdotes a cargo de los cuerpos atravesados por síntomas, pero tampoco creía que fuese un terreno potestad de médicos más hipocráticos que socráticos, tan lejanos de la retórica del inconsciente y del equívoco hecho carne.
Tal vez tan decisionista como su precursor, Jacques Lacan supo proponer una institución posible para esta profesión, desde el imposible de analizar, habiéndose escindido, excomulgado y disuelto en una causa que vacía, objeta y deriva.
De un sujeto a revelar en una resonancia que se descifra, vamos hacia el desencuentro de una actualidad marcada por un objeto que, inimaginable, se transforma por momentos en mercancía o en cualquier cosa. La utopía de un aparato para todos ilusiona con comunicación y envuelve la miseria de cada cual en su pathos más éxtimo; en la época del hombre/mujer/unisex sin matices, los gobiernos esperan una clasificación de las estadísticas que hablen el código standard de sujetos mudos intoxicados de artificios.
Más ruidos de palmas se oyen en la sala atestada por gente que cree que no cree, puro grupo que no se quiere masa pero que la hace posible allí, en vivo y en directo. Alguien elogia a su amigo, porque en voz alta nada se critica, y por supuesto, no quieren que se ofenda ningún cliente. Como en el mundo, se combate la obediencia que propugna el conductismo (perdón, se dice TCC), pero se finge amor a las órdenes de unos comités sin otra dirección que sumar voluntades psicológicas.
La polémica, en algunos círculos áulicos “pro-postgrados universitarios”, está borrada, ausente, reprimida, cuando no forcluida, para que ningún maestro se acerque, no vaya a ser cosa que otros nos vean como alienados. Mencionar a Oscar Masotta es verdaderamente excéntrico, ya que se quiere ignorar su lugar en una historia que supo inaugurar para la orientación lacaniana en castellano, y que está muy bien contada en La entrada del psicoanálisis en la Argentina, el libro escrito por Germán García en 1978, editado por Catálogos.
En definitiva, aunque la cuestión sea interminable y al mismo tiempo en cada caso haya un final singular, el psicoanálisis existe en los debates culturales y en la clínica, más acá en su política, y más allá de los aplausos sincopados.



* Editorial del Número 11, Año 11, de la Revista RESPUESTAS. Diciembre 2016.

viernes, 10 de junio de 2016

Clases anuales 2015 – Reseñas

Adriana Testa: Síntoma y pulsión 
Por Pablo Rosas

El viernes 3 Julio en la sede de Apsat tuvimos la visita de Adriana Testa, miembro y ex presidenta de la Escuela de Orientación Lacaniana, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Fundación Descartes.
La clase se tituló “Síntoma y Pulsión”, centrando esta conjunción en el campo de la experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, pasando del significante como pacto a la opacidad irreductible en la relación del sujeto con lalengua. Existe una articulación, puntualizó Testa, entre concepto y experiencia, siendo los conceptos quienes permiten dar cuenta de la lógica de la experiencia, la del uno por uno, tal cual Freud lo indicara. Sin embargo, para Jacques Lacan, la experiencia es encarnada y animada, lo cual deja siempre una hiancia entre ambos términos.
El optimismo lacaniano de los años 50 queda parcialmente explicado por las influencias culturales de la época (la obra de Hegel), el símbolo mataría a la cosa (sobre lo que nombra) siendo un factor de mediación. Tal optimismo consistía en la creencia que lo simbólico incluso incidiría en lo real, que lo “obedecería” en cierto modo.
A medida que Lacan diferencia lo libidinal de lo imaginario es donde la pulsión encuentra su lugar en lo Real. Separa el goce de lo imaginario evidenciando otra dificultad, el A (simbólico) y el a (imaginario) no bastan como referencia, resultan insuficientes.
Es precisamente en el Seminario XI donde Lacan separa el inconsciente freudiano del suyo, un inconsciente discontinuo que se manifiesta en las alternancias, un agujero donde se producen hallazgos. Si lo Real es lo que retorna siempre al mismo lugar es en tanto hay un tiempo Simbólico, el de las cadenas significantes, donde las cosas retornan.
 La repetición, lo traumático, la tyche, dan cuenta de aquello que no cesa de no escribirse, satisfacción paradojal siempre en exceso, ligada a la trayectoria de la pulsión.


Marcelo Izaguirre: Del lenguaje a la pulsión 
Por Virginia Gilardi

El viernes 11 de septiembre Marcelo Izaguirre, miembro de la Fundación Descartes, autor de “Jacques Lacan: el anclaje de su enseñanza en la Argentina” estuvo en la sede de ApSAT para dar la clase: “Del lenguaje a la pulsión” en el marco del seminario sobre Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. De la estructura del lenguaje al montaje de la pulsión, sería el título ampliado de la propuesta que mantuvo en su transcurrir la idea de que en este pasaje lejos se estaría de querer arribar a alguna síntesis posible en lo que a las pulsiones y a una vida sexual adulta se refiere.
Propuso abordar el tema a partir de tres puntos:
-Diferenciar la transferencia de la repetición, basando esta diferencia en un cambio en la concepción de la causa como causas excepcionales: el automaton, traducido como azar y que tendrá que ver con fenómenos excepcionales de la naturaleza y la tyche, fenómenos excepcionales también pero en los que interviene cierta elección del sujeto o intencionalidad.
 -El inconsciente y su relación con la sexualidad, por lo cual se introduce la realidad del inconsciente como realidad sexual, puesta en acto en la transferencia que pone en juego un límite a la interpretación. La sexualidad es este límite, lo que se introduce en el intervalo entre el síntoma y la interpretación.
-Diferenciación entre la pulsión y el amor, a partir del dualismo pulsional freudiano: pulsiones sexuales y pulsiones de autoconservación, satisfacción pulsional anterior a la constitución del yo y en consecuencia ligada al amor.
Lejos de pasar de las pulsiones parciales al objeto total, le basta su recorrido para hacer surgir de él, un nuevo sujeto más allá de las determinaciones significantes y a partir de un montaje. Sometido así a las determinaciones pulsionales.


Graciela Musachi: El anzuelo de la mentira 
Por Pamela Morelli

El 9 de octubre del 2015 nos visitó Graciela Musachi* en el marco del curso anual “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” de J. Lacan. La clase se tituló “El anzuelo de la mentira”.
Con un estilo propio que conjugó claridad y rigurosidad, Musachi se sirvió de una cita de W. Shakespeare - “Con el anzuelo de la mentira pescarás la carpa de la verdad”- y una ópera de Mozart (Cosí Fan Tutte o Así hacen todas) para revelar la verdad en el engaño del amor.
Desde éste punto preciso partió partió Freud en 1895 en Estudios sobre la histeria: La única verdad en juego en el amor, es el engaño. Es un error, una “falsa conexión” en términos freudianos o un “falso anudamiento” en palabras de E. Laurent.
Considerando que en la obra de Freud siempre está presente una lógica binaria, se hizo un desarrollo detallado de la transferencia que, como instrumento, presenta dos aspectos: Operando como obstáculo, pero también como resorte del análisis ya que es lo que posibilita “arrojarse a los brazos del analista” produciendo así el desencadenamiento de la palabra, siendo por amor que se empieza a hablar. Allí radica la virtud de la transferencia: es sólo a través de la misma que es posible la apertura del inconsciente. Tomando este camino declaró: “Todo lo que hacemos en el dispositivo analítico es hablar del amor. El amor por el otro, el confesado, el inconfesado. En este punto el desafío del analista es resistir la prueba y no dejarse engañar.”
Con una intertextualidad masottiana,recorriendo textos de Freud, Lacan, Miller, Laurent, obras de la literatura y la música la invitada transmitió que no hay un saber absoluto o una verdad establecida por un solo autor, sino que hay distintos modos de lectura.
La clase se desarrolló en un clima ameno y fue seguida de un interesante debate.
*G. Musachi es analista miembro de la AMP, la EOL (de la cual ha sidopresidente) y de la Fundación Descartes. Autora de Mujeres en movimiento, El otro cuerpo del amor y Fantasmas colectivos, entre otras publicaciones.


Elena Levy Yeyati: Despertar para seguir durmiendo: El fracaso del sueño y la repetición 
Por Natalia Senestrari

El pasado viernes 16 de octubre de 2015 contamos con la presencia Elena Levy Yeyati, miembro de la Fundación Descartes, de la Escuela de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. También autora y compiladora, respectivamente, de los libros “El DSM en cuestión” y “La casuística de Lacan.”
En el marco de nuestro Seminario Anual de Lectura del Seminario XI de Lacan: “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”. Elena dio una clase en la sede de la APSaT, titulada “Despertar para seguir durmiendo. El fracaso del sueño y la repetición”. La misma tomaría como ejes dos capítulos de dicho Seminario: el Capítulo IV: De la red de significantes y el Capítulo V: Tyche y automaton, repetición y significante.
Tomando el concepto de Repetición, y siguiendo a Lacan, la diferenciará del retorno, la rememoración, el hábito, el comportamiento estereotipado… La repetición lacaniana es algo más que la insistencia de significantes, que estaría dentro del orden de lo Simbólico, nos hablará de la repetición lacaniana en su acepción de Real.
 Toma el sueño que Lacan menciona en este Seminario, paradigma del sueño de angustia en Freud, en el cual un padre sueña que su hijo muerto lo toma por su brazo y le murmura en tono de reproche: “Padre,¿ acaso no ves que ardo?”.
Lacan se pregunta: ya que el deseo del sueño es seguir durmiendo ¿Qué es lo que despierta? Lo que despierta es otra realidad, algo de otro orden,un más allá del principio de placer, un abismo, un agujero que no se puede capturar hablando, algo del orden de lo Real. Podríamos decir que el despertar del sueño, está en relación con la idea de repetición en lo Real. Luego del despertar, en el mejor de los casos, la realidad fantasmática se volverá a instalar para nuestra tranquilidad.

Nos recomendó varios textos y autores: Bruce Fink, Maire Jaanus, Germán García… Con un estilo descontracturado, pero sin perder su precisión teórica, Elena nos iluminó cuestiones fundamentales de este Seminario, que enriquecieron la lectura que hemos venido realizando lo largo de todo este año.